Sevilla, 24 de mayo de 2010
NOTA DE PRENSA
EL ALPINISTA Y AVENTURERO HUISA CONSIGUE CORONAR LA CIMA MÁS ALTA DE PARAGUAY, EL CERRO TRES KANDÚ DE 840 M. LLEGAR HASTA LA MONTAÑA SUPUSO UN DURO ESFUERZO, DEBIDO A LA PELIGROSIDAD DE LAS CARRETERAS DEL PAÍS, LA FALTA DE INFORMACIÓN Y LOS PELIGROS REALES DE LA PROPIA MONTAÑA COMO PRESENCIA DE SERPIENTES VENENOSAS Y SECUESTRADORES OCULTOS EN AQUELLAS MONTAÑAS .
Tras llegar a Asunción, capital de Paraguay, Juan A. Huisa comenzó las gestiones para informarse de cómo llegar hasta su próximo objetivo. Rápidamente advirtió que existían pocas infraestructuras turísticas y aún menos de información acerca de la geografía física del país. Como dato curioso decir que Juan A. no encontró ninguna guía turística de Paraguay en las librerías españolas pero tampoco en Uruguay ni en Buenos Aires a pesar de ser países vecinos, y es que Paraguay es el gran desconocido de Sudamérica.
Lo primero que hizo fue alquilar un coche puesto que no habría otra manera de llegar a la montaña si no era por sus propios medios. Debido a la cercanía de las Cataratas de Iguazú Juan A. decidió acercarse a conocer esta maravilla natural del mundo.
Huisa:
“No podía perderme visitar las Cataratas de Iguazú, Patrimonio de la Humanidad, que estaban cerca de donde estaba. Y reconozco que a pesar de haber viajado mucho, de haber recorrido todos los continentes y de haber visto muchas cosas, quede sobrecogido por aquel majestuoso fenómeno de la naturaleza. El estruendo ensordecedor del agua precipitándose al vacío, la belleza incomparable de aquel lugar, la llovizna que te moja por completo son sensaciones difícilmente descriptibles.
Desde allí puse rumbo a Garay la población más cercana a la cordillera de nombre impronunciable, Yvytyrusu. Más de 500 km. por carreteras sin señalizar en su mayoría, con un coche automático, de cristales tintados y con todos los mandos al revés que nosotros, pero aún fue peor de noche. Casi todo el mundo iba con las luces largas, lloviendo, deslumbrado, en varias ocasiones casi me sacan de la carretera, vi varios atropellos de perros, las vacas se cruzaban; en fin pase realmente momentos muy angustiosos y llegue a pensar que iba a tener un accidente tarde o temprano.
Cuando llegue a Garay, no se como, aquello era realmente una aldea con casas desperdigadas y ningún sitio para comer y dormir. Me dirigí a la comisaría de policía, donde me atendió un policía medio dormido que me dijo que a unos 30 km. había un pueblo algo más grande y que al día siguiente me ayudaría a llegar a la montaña. Así que otra vez a conducir hasta llegar a San Juan, un pueblo más grande pero tan sólo os digo que me acosté vestido en el hotel.
Al día siguiente puse rumbo otra vez para Garay y ya de día al menos parecía todo más controlable. Al llegar a Garay me atendió muy amablemente el Subinspector Juan Britez que lo primero que me dijo fue que con aquel coche que llevaba sería imposible llegar hasta las faldas de la montaña. Tras hacer varias llamadas para buscar un guía local o alguien que me ayudará, al final nadie estaba operativo en aquel momento.
Así que como él personalmente estaba interesado en subir se aventuro a venir conmigo, antes pidiendo permiso a su superior, y gracias a él y a su vehiculo todo terreno pudimos llegar hasta las cercanías de la montaña por pistas verdaderamente embarradas. Llegamos a una pequeña casa muy pobre y humilde donde hablo con Sergio, un agricultor que conoce bien todas las montañas de aquella zona y éste accedió a acompañarnos, así que ya estaba todo listo.
Iba con un policía bien armado y uniformado y con un guía local con su buen machete pertinente, así que por lo menos seguro iba a estar. La subida fue cómoda al principio pero pronto se cerró en un bosque muy denso con numerosos riachuelos, desniveles y una vegetación muy exuberante. Comenzamos a subir a una cota de 58 m., así que la montaña que se divisaba tenía un desnivel de 800 m. En una extensísima y kilométrica llanura esta montaña de 840 m. te permite tener unas vistas casi infinitas.
Íbamos avanzando progresivamente y los metros se iban notando. El ambiente era fresco y el sonido de los riachuelos que descendían nos acompañaron en casi todo el recorrido. El guía nos advirtió que en la zona hay serpientes venenosas así que extreme la precaución. Ya llevábamos varias horas subiendo y mi altímetro me decía que estábamos muy cerca de la cumbre, cuando de repente guía y policía se ponen a hablar en Guaraní y veo que el guía sigue sólo hacia delante y me dice el policía que no hace mucho tiempo han secuestrado a personas y que están ocultos en aquellas montañas y que si nos los topamos y ven a un policía armado se puede liar; así que el guía inspecciona el terreno y a continuación seguimos nosotros. A los pocos minutos hacemos cumbre en el Cerro Tres Kandú, techo de Paraguay. La cumbre es una gran explanada, que no te da la sensación de estar en el punto más alto, pero cuando te aproximas al borde la imagen es bellísima y se divisan muchos kilómetros a la redonda. Contentos por el nuevo éxito, hago las fotos y video oportunos y sin más dilación nos ponemos en marcha para intentar que no nos coja la noche.
La experiencia fue muy gratificante y con bastantes peligros reales; así que tras esa intensísima jornada que nos dejo exhaustos pongo rumbo a Asunción. Al día siguiente me reúno con el Embajador de España en Paraguay, el Sr. Miguel Ángel Cortizo, quien me felicita por los éxitos obtenidos y me trasmite su admiración por un proyecto tan ambicioso. Como anécdota me dice que su chofer privado se niega a realizar el recorrido que yo realice en coche a menos que vaya con escolta policial, lo que confirma aún más los tensos momentos que pase, pero finalmente había salido ileso de todo. Pongo rumbo a Buenos Aires y de ahí a España.”
NOTA DE PRENSA
EL ALPINISTA Y AVENTURERO HUISA CONSIGUE CORONAR LA CIMA MÁS ALTA DE PARAGUAY, EL CERRO TRES KANDÚ DE 840 M. LLEGAR HASTA LA MONTAÑA SUPUSO UN DURO ESFUERZO, DEBIDO A LA PELIGROSIDAD DE LAS CARRETERAS DEL PAÍS, LA FALTA DE INFORMACIÓN Y LOS PELIGROS REALES DE LA PROPIA MONTAÑA COMO PRESENCIA DE SERPIENTES VENENOSAS Y SECUESTRADORES OCULTOS EN AQUELLAS MONTAÑAS .
Tras llegar a Asunción, capital de Paraguay, Juan A. Huisa comenzó las gestiones para informarse de cómo llegar hasta su próximo objetivo. Rápidamente advirtió que existían pocas infraestructuras turísticas y aún menos de información acerca de la geografía física del país. Como dato curioso decir que Juan A. no encontró ninguna guía turística de Paraguay en las librerías españolas pero tampoco en Uruguay ni en Buenos Aires a pesar de ser países vecinos, y es que Paraguay es el gran desconocido de Sudamérica.
Lo primero que hizo fue alquilar un coche puesto que no habría otra manera de llegar a la montaña si no era por sus propios medios. Debido a la cercanía de las Cataratas de Iguazú Juan A. decidió acercarse a conocer esta maravilla natural del mundo.
Huisa:
“No podía perderme visitar las Cataratas de Iguazú, Patrimonio de la Humanidad, que estaban cerca de donde estaba. Y reconozco que a pesar de haber viajado mucho, de haber recorrido todos los continentes y de haber visto muchas cosas, quede sobrecogido por aquel majestuoso fenómeno de la naturaleza. El estruendo ensordecedor del agua precipitándose al vacío, la belleza incomparable de aquel lugar, la llovizna que te moja por completo son sensaciones difícilmente descriptibles.
Desde allí puse rumbo a Garay la población más cercana a la cordillera de nombre impronunciable, Yvytyrusu. Más de 500 km. por carreteras sin señalizar en su mayoría, con un coche automático, de cristales tintados y con todos los mandos al revés que nosotros, pero aún fue peor de noche. Casi todo el mundo iba con las luces largas, lloviendo, deslumbrado, en varias ocasiones casi me sacan de la carretera, vi varios atropellos de perros, las vacas se cruzaban; en fin pase realmente momentos muy angustiosos y llegue a pensar que iba a tener un accidente tarde o temprano.
Cuando llegue a Garay, no se como, aquello era realmente una aldea con casas desperdigadas y ningún sitio para comer y dormir. Me dirigí a la comisaría de policía, donde me atendió un policía medio dormido que me dijo que a unos 30 km. había un pueblo algo más grande y que al día siguiente me ayudaría a llegar a la montaña. Así que otra vez a conducir hasta llegar a San Juan, un pueblo más grande pero tan sólo os digo que me acosté vestido en el hotel.
Al día siguiente puse rumbo otra vez para Garay y ya de día al menos parecía todo más controlable. Al llegar a Garay me atendió muy amablemente el Subinspector Juan Britez que lo primero que me dijo fue que con aquel coche que llevaba sería imposible llegar hasta las faldas de la montaña. Tras hacer varias llamadas para buscar un guía local o alguien que me ayudará, al final nadie estaba operativo en aquel momento.
Así que como él personalmente estaba interesado en subir se aventuro a venir conmigo, antes pidiendo permiso a su superior, y gracias a él y a su vehiculo todo terreno pudimos llegar hasta las cercanías de la montaña por pistas verdaderamente embarradas. Llegamos a una pequeña casa muy pobre y humilde donde hablo con Sergio, un agricultor que conoce bien todas las montañas de aquella zona y éste accedió a acompañarnos, así que ya estaba todo listo.
Iba con un policía bien armado y uniformado y con un guía local con su buen machete pertinente, así que por lo menos seguro iba a estar. La subida fue cómoda al principio pero pronto se cerró en un bosque muy denso con numerosos riachuelos, desniveles y una vegetación muy exuberante. Comenzamos a subir a una cota de 58 m., así que la montaña que se divisaba tenía un desnivel de 800 m. En una extensísima y kilométrica llanura esta montaña de 840 m. te permite tener unas vistas casi infinitas.
Íbamos avanzando progresivamente y los metros se iban notando. El ambiente era fresco y el sonido de los riachuelos que descendían nos acompañaron en casi todo el recorrido. El guía nos advirtió que en la zona hay serpientes venenosas así que extreme la precaución. Ya llevábamos varias horas subiendo y mi altímetro me decía que estábamos muy cerca de la cumbre, cuando de repente guía y policía se ponen a hablar en Guaraní y veo que el guía sigue sólo hacia delante y me dice el policía que no hace mucho tiempo han secuestrado a personas y que están ocultos en aquellas montañas y que si nos los topamos y ven a un policía armado se puede liar; así que el guía inspecciona el terreno y a continuación seguimos nosotros. A los pocos minutos hacemos cumbre en el Cerro Tres Kandú, techo de Paraguay. La cumbre es una gran explanada, que no te da la sensación de estar en el punto más alto, pero cuando te aproximas al borde la imagen es bellísima y se divisan muchos kilómetros a la redonda. Contentos por el nuevo éxito, hago las fotos y video oportunos y sin más dilación nos ponemos en marcha para intentar que no nos coja la noche.
La experiencia fue muy gratificante y con bastantes peligros reales; así que tras esa intensísima jornada que nos dejo exhaustos pongo rumbo a Asunción. Al día siguiente me reúno con el Embajador de España en Paraguay, el Sr. Miguel Ángel Cortizo, quien me felicita por los éxitos obtenidos y me trasmite su admiración por un proyecto tan ambicioso. Como anécdota me dice que su chofer privado se niega a realizar el recorrido que yo realice en coche a menos que vaya con escolta policial, lo que confirma aún más los tensos momentos que pase, pero finalmente había salido ileso de todo. Pongo rumbo a Buenos Aires y de ahí a España.”