EL ALPINISTA Y AVENTURERO HUISA CONTINUA SU PERIPLO POR AMÉRICA Y CORONA LA CUMBRE MÁS ALTA DE TRINIDAD Y TOBAGO, EL CERRO DEL ARIPO DE 940 M. A PESAR DE NO SER UNA MONTAÑA TÉCNICA, LA POCA INFORMACIÓN QUE HUISA LLEVABA Y UNA VEZ MÁS LA EXUBERANTE VEGETACION, CONVIRTIERON ESTA MONTAÑA EN TODA UNA AVENTURA.
Sevilla, 18 de marzo de 2010
Tras otro largo viaje; Sevilla – Londres - Antigua y Barbuda - Tobago, y finalmente Trinidad, Huisa llegaba a su destino. Es una parte tediosa del viaje, las largas esperas, los mil tramites y aduanas, los pesadísimos vuelos internacionales y las escalas cada vez pesan más a Juan A.
Sevilla, 18 de marzo de 2010
Tras otro largo viaje; Sevilla – Londres - Antigua y Barbuda - Tobago, y finalmente Trinidad, Huisa llegaba a su destino. Es una parte tediosa del viaje, las largas esperas, los mil tramites y aduanas, los pesadísimos vuelos internacionales y las escalas cada vez pesan más a Juan A.
El primer problema se lo encontró nada más llegar, puesto que el vuelo internacional lo dejo en Tobago pero la capital del país, la embajada y la montaña se encuentran en Trinidad, la mayor isla. Como recientemente habían terminado los carnavales (la mayor fiesta del país), todavía había cantidad de gente intentando regresar a Trinidad y las conexiones de vuelo y ferry estaban desbordadas. Lo intento todo pero era imposible salir de allí, así que tras ese agotador viaje todavía continuo la odisea un día y medio más hasta que pudo llegar a Trinidad.
Ya en la capital una de las primeras gestiones que hizo fue ponerse en contacto con la Embajada y el Sr. Embajador Joaquín Arístegui Laborde lo atendió muy calidamente y se impresiono por la magnitud del proyecto. Como Huisa llevaba muy poca información sobre esta montaña, desde la embajada se trabajo intensamente para obtener esos datos y contactar con algún guía local.
Al día siguiente Huisa ponía rumbo al Cerro del Aripo.
Huisa: “Cristo, mi guía local, era buen conocedor de ese territorio y además era un especialista en plantas medicinales puesto que era el chaman de su grupo, así que la subida fue más entretenida aún.
Como a esta montaña no viene nadie, el poco sendero que existe en multitud de ocasiones estaba cubierto de vegetación, asunto que Cristo solucionaba rápidamente con su enorme machete. Poco a poco íbamos avanzando a través de un bosque muy cerrado que en muy pocas ocasiones me dejaba vislumbrar la belleza del paisaje. Una kilométrica arista ascendente con barrancos de vértigo a ambos lados te hacían pensar en más de una ocasión que pasaría ante una caída; y la respuesta era sencilla.
Había árboles con el tronco tapizado totalmente de unas púas largas y urticantes que hacían extremar las precauciones, aunque en muchas ocasiones estuve a punto de clavármelas, bien por caídas o bien por falta de visibilidad.
La subida fue muy progresiva con algunos tramos muy verticales, hasta que por fin llegamos a la cumbre del Cerro del Aripo; una cumbre cerrada sin posibilidad de ninguna vista y que solo gracias a un mojón y al altímetro podías estar seguro de estar en la cumbre.
La bajada fue en esta ocasión casi más difícil que la subida, por eso de los apoyos, de no tocar las púas, y del calor sofocante.
Ya de regreso a la capital informe a la embajada de todo y como homenaje y anecdótico me comí un típico bocadillo de tiburón (Bake & Shark) en la playa más popular de Trinidad, Maracas Bay, que si no te dicen que es tiburón piensas que te estas comiendo un bocadillo de cazón.