Sevilla, 22 de diciembre de 2009
Dominica es una república insular de las Pequeñas Antillas, del grupo de las islas de Barlovento en el Mar Caribe. Desde el aire ya se podía apreciar lo salvaje y verde de este país, que sin duda no iba a ser tarea fácil para Huisa.
Tras aterrizar en el aeropuerto, Huisa se dirige a la capital Roseau, que se encuentra al otro lado de la isla, y para ello tiene que atravesar toda la isla. Las carreteras son muy estrechas, plagadas de curvas y baches, subidas y bajadas, pero Juan Antonio se queda impresionado por la vegetación tan exuberante que incluso amenaza con tragarse las maltrechas carreteras y pistas que existen.
Una vez llegado a la capital comienzan las gestiones de alojamiento, búsqueda de información, permisos, guías, etc.… Localiza una compañía donde le aseguran que un guía lo conducirá hasta la cumbre pero para no caer en la misma trampa que en San Cristóbal, donde también le aseguraron que llegarían a la cumbre y luego resulto ser otro punto, Huisa les especifica esto con total claridad. Como disponía de un día por medio antes de partir para su reto, Huisa se encamino a conocer unas cascadas denominadas Trafalgar Falls, y nuevamente pudo comprobar que este país posee unos territorios inhóspitos.
Huisa: “Dominica es un país totalmente diferente al resto de países caribeños, es sin duda un paraíso para quienes buscan aventura en estado puro y para los amantes de la naturaleza. Cascadas, cañones, aguas termales, selvas impenetrables, ríos, y multitud de especies de fauna y flora abundan en este pequeño país.
Es un escenario idílico para investigadores y científicos pues Dominica conserva uno de los mejores bosques húmedos de mundo, es un laboratorio viviente que no ha sido modificado en los últimos 10.000 años.
Y allí me encontraba yo, subiendo la montaña Diablotins, el punto más alto del país. Desde el inicio la progresión fue dura, varias horas de subida fueron haciendo mella en mí.
Al principio la vegetación de grandes árboles de más de30 metros algunos desde donde colgaban interminables lianas, y a medida que íbamos ganando altura la vegetación se hacía más pequeña pero más enmarañada y frondosa. En ocasiones tenía que pasar tramos reptando por un tremendo barrizal, en otras ocasiones progresábamos subidos a las ramas de los árboles, pasos infranqueables que sólo podías superarlos introduciéndote en un laberinto de raíces, ramas y barro y en momentos hasta por las copas de los árboles. Exceptuando lo que vive en la selva de Belice, esta experiencia ha sido para mi una de las más satisfactorias y aventureras.
Todo iba fenomenal hasta que llegamos a un lugar donde me dijo el guía que era la cumbre; pero no lo podía creer yo veía a poca distancia una cumbre que me parecía más alta y mi altímetro así lo confirmaba. No quería ni pensar que otra vez iba a vivir lo mismo que en San Cristóbal. Le explique al guía que teníamos que continuar pero me decía que era impenetrable, que ese punto era el más alto y que nadie llegaba más lejos.
Pero esta vez no estaba dispuesto a ceder así que discutiendo le dije que tenía tres opciones, venir conmigo, esperarme allí o regresar al coche pero que yo no me iba de allí sin la cumbre. Me chantajeo emocionalmente diciéndome que me iba a perderme seguro, que la noche nos cogería en aquel lugar tan inhóspito.
Esa postura me hizo dudar pero me base en mi experiencia y decidí seguir yo sólo, el camino era realmente canalla pero tras 30 minutos luchando con la vegetación llegue a un punto más alto donde por fin encontré una chapa de vértice geodésico que confirmaba el Monte Diablotins y la altura; y al poco llegaba el guía algo cabizbajo disculpándose en cierto modo. Pero yo aún veía otro punto más alto (que a veces se trata de un efecto óptico) así que nuevamente seguí y me costo llegar a aquel punto más de una hora y comprobé con altímetro en mano que era20 m . más alto que el anterior. Ahora si estaba en la cumbre, lo había conseguido con mucho esfuerzo y constancia pero lo había logrado y el guía aunque algo descontento también se alegraba.
La bajada fue extenuante, parecíamos contorsionistas a través de aquella selva que se iba apagando; ya superados los pasos más complicados cayo la noche pero como iba preparado no pasó nada, nuestras luces y a seguir caminando hasta que por fin llegamos al coche. Reto superado con enorme satisfacción.
Tras aterrizar en el aeropuerto, Huisa se dirige a la capital Roseau, que se encuentra al otro lado de la isla, y para ello tiene que atravesar toda la isla. Las carreteras son muy estrechas, plagadas de curvas y baches, subidas y bajadas, pero Juan Antonio se queda impresionado por la vegetación tan exuberante que incluso amenaza con tragarse las maltrechas carreteras y pistas que existen.
Una vez llegado a la capital comienzan las gestiones de alojamiento, búsqueda de información, permisos, guías, etc.… Localiza una compañía donde le aseguran que un guía lo conducirá hasta la cumbre pero para no caer en la misma trampa que en San Cristóbal, donde también le aseguraron que llegarían a la cumbre y luego resulto ser otro punto, Huisa les especifica esto con total claridad. Como disponía de un día por medio antes de partir para su reto, Huisa se encamino a conocer unas cascadas denominadas Trafalgar Falls, y nuevamente pudo comprobar que este país posee unos territorios inhóspitos.
Huisa: “Dominica es un país totalmente diferente al resto de países caribeños, es sin duda un paraíso para quienes buscan aventura en estado puro y para los amantes de la naturaleza. Cascadas, cañones, aguas termales, selvas impenetrables, ríos, y multitud de especies de fauna y flora abundan en este pequeño país.
Es un escenario idílico para investigadores y científicos pues Dominica conserva uno de los mejores bosques húmedos de mundo, es un laboratorio viviente que no ha sido modificado en los últimos 10.000 años.
Y allí me encontraba yo, subiendo la montaña Diablotins, el punto más alto del país. Desde el inicio la progresión fue dura, varias horas de subida fueron haciendo mella en mí.
Al principio la vegetación de grandes árboles de más de
Todo iba fenomenal hasta que llegamos a un lugar donde me dijo el guía que era la cumbre; pero no lo podía creer yo veía a poca distancia una cumbre que me parecía más alta y mi altímetro así lo confirmaba. No quería ni pensar que otra vez iba a vivir lo mismo que en San Cristóbal. Le explique al guía que teníamos que continuar pero me decía que era impenetrable, que ese punto era el más alto y que nadie llegaba más lejos.
Pero esta vez no estaba dispuesto a ceder así que discutiendo le dije que tenía tres opciones, venir conmigo, esperarme allí o regresar al coche pero que yo no me iba de allí sin la cumbre. Me chantajeo emocionalmente diciéndome que me iba a perderme seguro, que la noche nos cogería en aquel lugar tan inhóspito.
Esa postura me hizo dudar pero me base en mi experiencia y decidí seguir yo sólo, el camino era realmente canalla pero tras 30 minutos luchando con la vegetación llegue a un punto más alto donde por fin encontré una chapa de vértice geodésico que confirmaba el Monte Diablotins y la altura; y al poco llegaba el guía algo cabizbajo disculpándose en cierto modo. Pero yo aún veía otro punto más alto (que a veces se trata de un efecto óptico) así que nuevamente seguí y me costo llegar a aquel punto más de una hora y comprobé con altímetro en mano que era
La bajada fue extenuante, parecíamos contorsionistas a través de aquella selva que se iba apagando; ya superados los pasos más complicados cayo la noche pero como iba preparado no pasó nada, nuestras luces y a seguir caminando hasta que por fin llegamos al coche. Reto superado con enorme satisfacción.