01 agosto 2009

Juan Antonio Huisa en Haití

EL ALPINISTA Y AVENTURERO HUISA NO CONSIGUE HACER CUMBRE EN EL MORNE LA SELLE, TECHO DE HAITÍ DE 2.674 M. A PESAR DEL IMPORTANTE DESPLIEGUE DE SEGURIDAD QUE SE MONTO, HUISA NO PUDO LLEGAR A LA MONTAÑA DEBIDO A LA COMPLEJIDAD DE ESTE PAÍS.

Sevilla, 18 de julio de 2009

Juan A. Huisa sabía que Haití es un país peligroso y que es el más pobre del todo el continente, pero no se imagino que las dificultades de este país pudieran dar al traste con su expedición.

El Embajador de Jamaica Jesús Silva llamo personalmente a la Embajada de España en Haití y les pidió que ayudaran a Juan A. en todo lo posible y que le facilitaran seguridad. El Embajador de Haití se encontraba de vacaciones en España pero el Sr. Cónsul Juan Pedro Pérez rápidamente se puso en contacto con él, y a la llegada al aeropuerto había esperándole un coche oficial de la Embajada que si más dilación le llevo al hotel donde le habían hecho la reserva.

Por la noche el cónsul le invito a cenar y le puso al día de la complejidad del país y del peligro real que podía correr. Al día siguiente desde la embajada se hicieron las gestiones necesarias para intentar llegar a la montaña, pero todo eran dudas y muy poca información.

Huisa:

El Policía Nacional Florentino Pulido, con más de 25 años de experiencia en varios países del mundo, en misiones de la ONU, en la unidad antidroga en Colombia y de con un dilatado curriculum accedió a ayudarme ya que llevaba 4 años destinado en Haití y en las pasadas elecciones había sido responsable de toda la zona montañosa. Otro dato importante es que en Haití se habla francés y principalmente en las zonas rurales criol, y yo no tenía idea de ambos.

El Teniente de la Guardia Civil Miguel Ángel Martín y amigo de Pulido, experto en seguridad y responsable de una misión especial en Haití también se incorporo a nuestro equipo.

Llegamos a Jacmel, al sur del país y última población asfaltada. Allí no paramos de hacer averiguaciones sobre la montaña, consultando la escasísima bibliografía e información física que existe de este país. Nos reunimos con el Delegado del Gobierno de aquel departamento (Comunidad Autónoma), con policías locales y con guías que decían saber donde se encontraba la montaña. Y cuando lo teníamos casi todo preparado para partir, constatamos con los mapas que los guías estaban equivocados, y pensaban que La Selle era el pico Cavallo de 2.200 m.

Vuelta a empezar. El Delegado nos pide disculpas y contacta con un señor que vive en aquella zona del país y dice conoce bien la montaña y el entorno. Sin perder ni un momento salimos de madrugada, el Teniente Miguel Ángel pone a nuestra disposición un 4x4 que sin el sería imposible llegar. Además de los tres nos acompaña un policía local que será mi escolta durante la ascensión y por el camino recogemos a dos guías más con sus respectivos machetes. Parecemos el equipo A, pero está claro que aquí hay que tomar todas estas medidas. Con muchas dificultades llegamos al inicio de un camino donde el 4x4 no puede seguir y comienzo la ascensión con el escolta y dos guías locales, el Teniente y el policía se quedan en el coche. A medida que subimos nuestros guías contactan con otra persona que vive en la zona y un pastor que vive allí también se nos une; en definitiva voy subiendo con 4 guías locales y un escolta.

A medida que voy subiendo comienzo a tener mis dudas, a lo lejos veo un macizo que parece muy alto pero todos me aseguran que es este el más alto. Llego arriba pero en la zona parece haber otros cerros más altos e insisto en subirlos todos a pesar que alguno empezaba a poner mala cara, e incluso subo un pico que estaba a media hora pero que me pareció más alto y verdaderamente fue así. Todas estas historias me hacen dudar aun más y cuando regreso al coche tenemos una fuerte discusión entre todos. La gente local me asegura de que ese es el Morne La Selle, el techo del país. Convencí a Miguel y a Florentino de que ese no era el más alto y aunque ya empezaba a caer la noche seguimos avanzando en 4x4 hasta el macizo que se veía a lo lejos, hasta que llegamos a una pequeña aldea a las faldas de la montaña. Allí pude comprobar gracias al pastor de la aldea (cura) que esa si era La Selle, los datos que me aportaron eran los correctos y la altura de la zona también. Por fin habíamos dado con la montaña pero sin posibilidades de subir, regresamos cuando antes a Jacmel y después a Puerto Príncipe. A pesar de llevar este magnífico despliegue de seguridad y guías, nos engañaron, quizás sin saber en el fondo lo que hacían pero dieron al traste con la expedición.

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