La conservación de las pinturas de Altamira
(Cantabria) tiene un nuevo frente abierto. Las obras que cromañones (y
posiblemente neandertales) pintaron en un periodo que los últimos estudios
sitúan entre hace 40.000 y 13.000 años tienen su mayor amenaza en los
microorganismos —hongos y bacterias— que proceden del exterior. Y el
descubrimiento de una posible segunda entrada de aire, con lo que acarrea de
aportación de microorganismos y nutrientes para ellos, podría obligar a
replantear el sistema de mantenimiento de la cueva. Según un trabajo dirigido
por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), la
Universidad de Alicante, el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología
(IRNAS-CSIC) y el Instituto Superior Técnico de Lisboa publicado en Environmental Science and Pollution
Research,la boca no es la única entrada de
micropartículas y organismos a Altamira.
En el trabajo, los investigadores han medido
las concentraciones de gases, microorganismos aéreos (bacterias y hongos) y
nutrientes en el aire de la cueva. Y ello arroja que al fondo, en la llamada
Sala del Pozo, hay una concentración inusualmente alta. Si la única entrada
fuera la boca, que se cierra con una puerta, lo normal sería que hubiera un
gradiente desde la entrada (más concentración) hasta el interior. Esto “sugiere
una ligera, pero directa conexión con la atmósfera exterior en este lugar de la
cueva”, indica el museo en un blog.
“El descubrimiento de este segundo, y hasta
ahora desconocido, acceso a la cueva supone una amenaza para la conservación de
las pinturas rupestres y requiere evaluar su impacto para tenerlo en cuenta en
las directrices de conservación. Además, los gestores de la cueva también han
de considerar los riesgos potenciales para la salud humana que existen debido a
la abundancia de microorganismos en el interior de la cueva”, ha dicho Elena
García-Antón, investigadora del museo.
La noticia llega en un momento crucial. Hace
poco más de un mes los responsables del estudio del complejo, el director
científico y la coordinadora del Programa de Investigación para la Conservación
Preventiva y Régimen de Acceso de la Cueva de Altamira, Gaël de Guichen y Marián
del Egido, anunciaron que tendrían sus conclusiones sobre el futuro del
yacimiento en septiembre de 2014. “Este nuevo estudio se incorporará”, ha dicho
una portavoz del programa.
La idea del trabajo es ver si se puede
reabrir la cueva y en qué condiciones. Altamira reguló por primera vez las
visitas en 1972, pero en septiembre de 2002 se decidió su cierre. La causa era
que la contaminación producida por la respiración de los visitantes (hasta
270.000 en un año) era un abono para las bacterias que contaminan sus paredes.
Estos microorganismos necesitan el dióxido de carbono para vivir. Y los gases
emitidos por la respiración de los turistas (CO[LETRA_INF]2[/LETRA_INF], pero
también vapor de agua, por ejemplo) eran para ellas un alimento vital. Así,
empezaron a aparecer manchas que amenazaban las pinturas.
La nueva vía de entrada de aire supone que,
aunque se cierre la puerta de la cueva, los contaminantes pueden seguir
alimentándose. Se trata de una vía menor, no visible, pero que puede explicarse
por una filtración a través de la cubierta de la cueva. Por eso mismo, resulta
más difícil de localizar y sellar.
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Federación Andaluza de Espeleología
www.espeleo.com
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