05 mayo 2013

A propósito del artículo "La cueva del Gato, un club exclusivo".


 Don Antonio Méndez Nieto
Director Malaga Hoy

Málaga, 2 de mayo de 2013.

Estimado Director:
Hemos leído con estupor el artículo publicado en el  diario de su dirección  el pasado día 29-4-2013 bajo el  titular “La cueva del Gato, un club exclusivo”  y firmado por Javier Flores.

     Ya en la apertura del  artículo se menciona que la cueva contaba con “zonas peatonales e iluminación” cosa imprecisa dado que realmente se refiere a las pasarelas  y luminarias destinadas a facilitar los trabajos llevados a cabo en el interior de la cueva durante la construcción de la Presa de los Caballeros entre 1917 y 1934. Trabajos por cierto infructuosos y con  la vana intención de frenar las pérdidas de agua producidas por un sustrato kárstico cuajado de grietas y  que hacía que el agua embalsada se perdiera en pocas semanas, precisamente a través de esta singular caverna.  Quiere esto decir que la cueva jamás ha sido accesible a personal ajeno a las obras y una vez abandonadas estas  apenas si se podían recorrer  unos cientos de metros por ambas entradas: la de la garganta del Hundidero y la de la cueva del Gato. Las exploraciones espeleológicas se retoman a mediados de los años 60 del siglo XX. En esta época los puentes y pasarelas ya se encontraban en estado ruinoso e inservibles. 

        Pero siendo esta una imprecisión lo que más nos afecta es la aseveración de la que la cueva sea poco menos que de uso exclusivo de la Federacion Andaluza de Espeleología. Nada más lejos de la realidad. 

        La cueva está enclavada en un Espacio Natural Protegido y como tal se rige por un Plan de Uso y Gestión y un Plan de Uso Público que establece la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y que se gestiona a través de las oficinas del Parque Natural de la Sierra de Grazalema y que depende de dicha Consejeria.  No quiero perderme aquí en referenciar leyes y decretos al respecto pero sí concretar que en estos espacios naturales está prohibida la práctica deportiva de una veintena de deportes como la escalada, todo lo referente a vehículos de motor, parapente, paramotor, etcétera.  Y todo ello desde  hace más de veinte años que se creó la Red de Espacios Naturales de Andalucía.  Sin embargo el Plan de Uso y Gestión establece ciertas pautas para la práctica de estos deportes en condiciones específicas. Una de estas condiciones son las pruebas deportivas de carácter oficial que desarrollan las federaciones deportivas como entidades colaboradoras de la Administración, así como los programas de entrenamiento de estos deportistas. En el caso de la espeleología, en su doble vertiente de deporte-ciencia,  se da además la posibilidad de obtener permisos de investigación para los trabajos en cavidades que así lo requieren.   En ese ámbito se establece un protocolo según las cavidades y espacios a los que nos referimos y se determina,  y un calendario y número de personas por día, así como el  tamaño de los grupos. Estas normas, como digo publicadas en los correspondientes decretos de la Junta de Andalucia, pueden ser consultados por cualquier ciudadano y acogerse ellos: todos los espeleólogos federados españoles y todos los investigadores españoles.  Es por tanto, cuando menos una imprecisión, llamar a estos colectivos tan amplios “club de elite”.

         Otra problemática distinta  la plantean las empresas que explotan el medio natural con fines comerciales y además lo quieren hacer en estos Espacios Protegidos de Andalucía. Ya hemos manifestado nuestra opinión en este sentido.

      Sabemos sobradamente,  por los numerosos estudios realizados, que la presencia humana calienta el aire de las cuevas y las causas que esto conlleva. Sabemos que  nuestra presencia aumenta la concentración  de anhídrido carbónico y de metano. El reiterado paso de personas por zonas estrechas genera el deterioro de las formaciones y la suciedad se deposita en ellas. Nuestro paso destruye los depósitos calcareos, arenosos, de limo o de cantos de los lechos y suelos hipógeos.  Son las causas de no respetar o ignorar los itinerarios propuestos para causar el menor impacto posible. Tras un paso embarrado seguimos por una zona de formaciones cristalinas. Nuestras manos, botas y ropa trasfiere toda la suciedad a estos cristales que en pocos meses se ponen negros de la suciedad que acumulan. Miles de personas entrando desordenadamente a las cuevas suponen un grave peligro para tan frágiles ecosistemas.

        Cada uno de nosotros piensa que es único y no origina mal alguno a la caverna. Sin embargo las sucesivas entradas de espeleólogos a una cavidad acumulan cientos, cuando no miles de visitas cada temporada. Pondré dos datos ciertos solos a modo de ejemplo: la Cueva de Nerja recibe una media de 500.000, si has leído bien medio millón, de visitantes cada año. En el cañón de Río Verde se dan cada año unos 15.000 permisos, a lo que si añadimos los furtivos y las empresas poco respetuosas nos vamos a una cifra que algunos conocedores de la zona cifran en el doble. Sabemos que cavidades como la Cueva del Gato son escenarios de las actividades furtivas de numerosos deportistas de la más variada procedencia y las más de las veces con la complicidad de andaluces poco escrupulosos a la hora de conseguir beneficios económicos. La visita recreativa de la esta cueva, como la  de otras muchas, debería estar mucho más controlada y requeriría el trazado de un itinerario de uso obligatorio para evitar que zonas sensibles se vean  alteradas por la negligencia de visitantes ocasionales sin la mínima formación conservacionista. No olvidemos que los  sensibles ecosistemas subterráneos se alteran por la simple presencia humana.  La masiva presencia los altera de forma traumática. Es imprescindible proteger el subsuelo como un bien ecológico sensible e imbricado con el resto de los ecosistemas terrestres.  El espeleoturismo  en  cuevas  naturales está reñido con estas prácticas. Se han destruido cuevas como la de  Nagüeles de Marbella, las Excéntricas de Igualeja, y otras muchas más en toda España. El caso del karst del yesos de Sorbas es uno estos lugares sensibles que  están en el umbral del peligro dado el aumento de la presencia de personas y de la falta de medidas de control, dos factores esenciales para entrar la espiral de la degradación. 

      Ante estas cuestiones la Federación Andaluza de Espeleología no puede mirar hacia otra parte porque ciertos grupos de presión quieran presentar  nuestra opinión conservacionista como la reserva de unos privilegios. Andalucía no es ajena a estos continuos debates: explotaciones gasísticas en Doñana, construcciones salvajes en Cabo de Gata, preservación de Cazorla, Segura y las Villas de modo sostenible, problemática del descenso de cañones en la Sierra de Castril. 
 
     Los argumentos economicistas no pueden ser por si mismos la base de este debate. En la gestión de los recursos naturales no todo vale. Las empresas  tienen su ámbito y no por ello convertir la naturaleza en un “parque de atracciones”. La libre empresa no puede tener la libre explotación de los recursos colectivos  que les convengan a sus meros intereses. Eso sería simplemente la ley de la selva. Todos los sectores desde la minería al turismo tienen regulaciones y limites.

       Como parte de la sociedad civil nos sentidos obligados a intervenir allí donde se nos requiera o sintamos que somos parte. Y como colectivo interesado en la conservación del medio natural subterráneo defenderemos las políticas encaminadas a que las generaciones futuras no nos vean como unos barbaros que consentimos la destrucción del  patrimonio geológico subterráneo.

     Dándole las gracias de antemano por la difusión  que dará a esta carta, reciba un afectuoso saludo.

     José Antº Berrocal
     Presidente
     Federación Andaluza de Espeleología.




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PD:  Esta es la versión completa. La dirección del periódico estimó que se trataba de un texto excesivamente largo y nos pidió que lo acortaramos hasta lo 4800 caracteres.

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Y AQUÍ PDF DEL ORIGINAL EN PAPEL

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Federación Andaluza de Espeleología
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