El premio sera entregado en el transcurso de la Asamblea General de la Junta Rectora del Parque Sierra de las Nieves que tendra lugar el próximo 28 de junio en la localidad serrana de EL Burgo.
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Artículo en el Diario SUR de Málaga:
De las entrañas al cielo
TEXTO: PILAR R. QUIRÓS / FOTOS: PEPE QUINTANILLA / ROGELIO FERRER MÁLAGA/
Ya han descubierto 200 cuevas en el corazón de la Sierra de las Nieves. Y ahora quieren fotografiarla desde el aire para poder 'tocarla' en tres dimensiones. Son los espeleólogos de la Sociedad Excursionista de Málaga, que este año reciben el premio de este parque natural por su labor investigadora.
PAGAN la luz que llevan en los cascos y se hace el silencio. Todo es tan absolutamente negro, que da hasta miedo pensar si los ojos están abiertos o cerrados. Es la pequeña sima Excéntrica, en Igualeja, que hoy recorren Rogelio Ferrer y Francisco Aguilar, espeleólogos de la Sociedad Excursionista de Málaga para enseñar de primera mano al director del parque natural Sierra de las Nieves, Rafael Haro, y al ingeniero de Montes Pepe Quintanilla cómo trabajan cuando viajan a las entrañas de La Tierra y cómo disfrutan cuando día a día descubren que la Sierra de las Nieves es bella por dentro y por fuera. Y tanto amor tienen por este enclave, que ellos llaman cariñosamente 'arriba', que han decidido tener un mapa de este espacio natural en tres dimensiones. Pero éste es sólo uno de los catorce proyectos de investigación que están realizando en la sierra de los pinsapos y los quejigos de Tolox, lo que les ha llevado este año a ganar el mayor distintivo de estos lares: el Premio Parque Natural Sierra de las Nieves en reconocimiento a su trabajo desinteresado y a su aportación incesante de datos sobre el gran queso gruyère que hay debajo de estos montes. La superficie son las tapas del queso y los agujeritos, las decenas de simas que lo conforman -más de 200 descubiertas por este grupo- y por las que pasan los acuíferos que abastecen a los ríos Grande, Verde, Turón y Guadalevín. Todo este afán por llegar a lo más hondo -donde se supone que obtendrán la misma satisfacción que los montañeros cuando coronan los picos- empezó hace 40 años cuando este grupo se adentró en la Sierra de las Nieves atraído por los comentarios de los lugareños. «A nuestros compañeros les había llegado una leyenda, la de que existía una gran boca en los Hoyos del Pilar, en Tolox, por la que se accedía a una cueva en la que se tiraba paja y ésta salía luego por una fuente», dice Rogelio. Entonces, un grupo de espeleólogos de la Sociedad Excursionista de Málaga empezó a peinar esta zona de la sierra para encontrar la que llamaban sima Honda. Y tras dos años de búsqueda llegaron hasta la entrada ayudados por el hijo de un bandolero famoso de Ronda Pedro Flores. Así localizaron la boca de la cueva a principios de los años 70 y la recorrieron haciendo uso de un torno. «La cueva tenía una vertical absoluta de 136 metros, sin escalones ni cornisas. Antes en vez de cuerdas había escalas de acero, así que tuvieron que hacerse con la ayuda de más grupos porque técnicamente la exploración era muy compleja», subraya Rogelio mientras se adentra en la sima Excéntrica. Los espeleotemas«Ves, las estalagtitas y estalagmitas. Y eso es un gours, una superficie donde el agua precipita y forma unos muritos creando un pequeño depósito. A todos estos elementos se les llama espeleotemas», dice mientras los visitantes bajan hacia el corazón de esta pequeña cueva. Intentar conocer en una jornada lo que ellos llevan aprendiendo desde que eran adolescentes es una tarea harto complicada, sobre todo porque utilizan un argot propio, que provoca la extrañeza de los profanos. Obviamente, los espeleólogos no tienen claustrofobia, porque hay cuevas en las que pueden estar hasta varios días bajando hasta más de 1.000 metros, concretamente los 1.098 metros de la sima Gesm, que es la cavidad más profunda de Andalucía. «En 1978 se llegó al lago final y fue la primera vez que un equipo español bajó a esa cota. Eso coincidió con la revolución que suponía cambiar las escalas de acero por las cuerdas», manifiesta Francisco mientras ayuda a salir a los visitantes de la pequeña sima explorada. Como un bautizo de piedra.El camino continúa hacia Los Quejigales, en la carretera de subida desde San Pedro de Alcántara a Ronda. Allí Francisco, uno de los informáticos del grupo, debe hacer volar un globo de elio, que fotografía la sierra por cuadriculas, que luego se irán sumando hasta tener el parque al completo, que se incluirán en un plano con las cotas concretas de los montes y acabarán produciendo un mapa en tres dimensiones en el que incluirán también las más de 200 cuevas que han descubierto. «En un futuro, con este mapa podrás hacer un viaje virtual por la Sierra de las Nieves desde tu casa, y podrás entrar en las cuevas y verlas. Todo se hará en un modelo digital», dice Francisco mientras infla el globo de helio y le coloca la cámara de fotos teledirigida desde tierra.Una vez llegados a este punto, el visitante se pregunta cuál es el interés que les mueve a dedicar tanto tiempo de su vida y tanto dinero a descubrir estas montañas. Las contrapartidas no existen, y nadie financia sus aventuras al corazón de este enclave. Pero, ellos lo tienen claro: «Desde que teníamos 16 años estamos dando zapatazos en esta sierra y desde entonces no hacemos otra cosa. ¿Qué por qué nos gusta meternos dentro de las cuevas? Nos supone un reto, una aventura, pero no perseguimos nada. Vamos, que para muchos seremos un grupo de grillados, y a nosotros no nos molesta esta definición, hasta nos gusta», dice Rogelio con el asentimiento del guasón de Francisco.Pero estas expediciones no sólo se quedan en afición. Se adentraron en la sima Gesm, en la que hasta dos buceadores descubrieron, en una inmersión muy peligrosa, el sifón más largo del mundo a 1.000 metros de profundidad, lo que les valió salir en 1990 en el libro Guiness de los récords. Pero, ¿qué es un sifón? «Es una cavidad totalmente inundada», explica Rogelio. Los buceadores tenían entonces un cometido científico. El Instituto Geológico y Minero de España (IGME) les encargó que echasen un trazador (con flúor) para seguir el rastro del agua y ver dónde iba a parar. En las fuentes en las que se presumía que podía llegar se puso un captador del trazador, que dio positivo en el nacimiento de río Grande, en Yunquera -lo que ellos conocen como el sifón de Zarzalones. Eso indica que el agua recorría bajo estas montañas al menos seis kilómetros de distancia.Tras este hallazgo, y como sus mentes inquietas no pueden parar, se propusieron buscar otra cavidad que interceptara el circuito subterráneo entre la sima Gesm y el afloramiento de río Grande. Y así encontraron en 1993 la sima del Aire, con 650 metros de profundidad, y luego la sima Prestá, con 660 metros en 2004, que conforman junto a la Gesm las tres simas más importantes de Andalucía, todas ellas en Tolox. Mientras Rogelio cuenta la historia, Francisco sigue fotografiando la impresionante cañada del Cuerno, esa en la que los pinsapos con más de 300 años de edad se retuercen y crean formas fantasmagóricas para soportar el viento que combate estas cumbres. Bosque de quejigosY también toman imágenes del puerto de los Pilones donde existe un bosque de quejigos, en este caso de el 'alpestris Boiss', una especie endémica y exclusiva de la Sierra de las Nieves que, junto al pinsapo, se encuentra en peligro de extinción.Ahora, están inmersos en el descubrimiento de la sima del Aire, donde han encontrado una gran cavidad horizontal a 520 metros, que continúa en exploración, y de la que ya se conocen seis kilómetros de galerías.Y, entre viaje y viaje a estas cuevas, en las que duermen en vivac (campamentos dentro de la montaña) también están ayudando a mejorar, junto a los británicos, un sistema de comunicación por ondas a través de las rocas, y tienen estudios sobre el polen o los murciélagos en Andalucía. Y todo lo hacen en la Sierra de las Nieves, la que para muchos es su casa durante el fin de semana. Su refugio para abandonar el mundanal ruido, el enclave que les ayuda a que sus vidas sea una aventura. Y así se sumergen en un lugar donde el reloj no acucia, ni las carreteras se colapsan y donde las cuerdas y el compañerismo son dos de las máximas. Una actividad apasionante y arriesgada que nos descubre las entrañas de La Tierra.